I say you don't know
You say you don't go
I say... take me out
Franz Ferdinand – Take me out
El viernes fui invitada por mis hermanos y mi vecina-amiga Vivi a bailar a una discoteque nueva llamada Miel. A mi la verdad no me tincaba mucho el asunto, menos después de haberme quemado la cara el domingo pasado y andar con una cicatriz similar a la mancha de Gorvachov en el mentón. La cuestión es que de a poco me fui entusiasmando con la idea. Hacia ya tiempo (como un año) que no iba a “menear la canasta” como dice mi citable amiga Ani, así que me arreglé y partí.
La Vivi, como hija de negociante que es, ya había sacado las cuentas de cuánto nos salía ir en taxi a la bendita disco. Juntamos nuestros billetitos, nos subimos al taxi y llegamos al local pasada la medianoche.
Yo tenía una vaga idea de cómo era la disco. Me habían contado que era como un clon discopeque de la Blondie, pero que la música era re-buena. En cuanto entramos caí en cuenta de lo lolosauria que estoy. Miles de potenciales alumnos desfilaban con pintas reageton-emo (todavía no entiendo muy bien qué es ser emo, pero bueh…) de un lado a otro de la discopeque. Confirmados los rumores: el público objetivo eran los lolitos de 18 con recién estrenada licencia de conducir y la música efectivamente era buena. De entrada, como si supieran que iba yo, le había tecno y después, cuando los típicos pelotudos que pagan la entrada para pasearse toda la noche con un vaso de piscola en la mano llegaron, lanzaron la música cantable, hecho que me pareció bastante extraño, ya que el tecno suele aparecer al final, cuando el público ya está arriba de la pelota… pero bueno, la cuestión es que bailé y sudé como caballo corralero por casi 5 horas seguidas, mientras hacía intentos desesperados por esconder cierta parte prominente de mi anatomía que al parecer es de culto (no entiendo, estaba lleno de chiquillas con suscripción a catálogos de Avon, más producidas que la yegua del tony y a los chiquillos dele con tratar de puntearme), hasta que mi rodilla colapsó. Llegué al sector de los asientos a medio morir saltando, pero con el ánimo arriba; después de todo desde “el comienzo de mis mejores años” que no bailaba tanto de corrido. Me tomé una bebida (cuando bailo no tomo trago, ¿para qué?, ¿andar haciendo el loco?...no gracias) y luego de un corto bailoteo en la pista ochentena –en donde tocaron todos mis grandes éxitos, desde Blue Monday de New Order (más conocida como “la canción de la lámpara”) hasta una cancioncilla pegajosa del grupo Kon Kan- nos fuimos.
Conclusión: el mundo ha cambiado mucho y estoy demasiado vieja para cambiar la Blondie por otro antro bailable de moda.
Sometimes it's fated.
(We) Disintegrated it
for fear of growing old.
Sometimes it's fated.
(We) Assassinated it
for fear of growing old.
Can't stop growing old...
Placebo – This picture
You say you don't go
I say... take me out
Franz Ferdinand – Take me out
El viernes fui invitada por mis hermanos y mi vecina-amiga Vivi a bailar a una discoteque nueva llamada Miel. A mi la verdad no me tincaba mucho el asunto, menos después de haberme quemado la cara el domingo pasado y andar con una cicatriz similar a la mancha de Gorvachov en el mentón. La cuestión es que de a poco me fui entusiasmando con la idea. Hacia ya tiempo (como un año) que no iba a “menear la canasta” como dice mi citable amiga Ani, así que me arreglé y partí.
La Vivi, como hija de negociante que es, ya había sacado las cuentas de cuánto nos salía ir en taxi a la bendita disco. Juntamos nuestros billetitos, nos subimos al taxi y llegamos al local pasada la medianoche.
Yo tenía una vaga idea de cómo era la disco. Me habían contado que era como un clon discopeque de la Blondie, pero que la música era re-buena. En cuanto entramos caí en cuenta de lo lolosauria que estoy. Miles de potenciales alumnos desfilaban con pintas reageton-emo (todavía no entiendo muy bien qué es ser emo, pero bueh…) de un lado a otro de la discopeque. Confirmados los rumores: el público objetivo eran los lolitos de 18 con recién estrenada licencia de conducir y la música efectivamente era buena. De entrada, como si supieran que iba yo, le había tecno y después, cuando los típicos pelotudos que pagan la entrada para pasearse toda la noche con un vaso de piscola en la mano llegaron, lanzaron la música cantable, hecho que me pareció bastante extraño, ya que el tecno suele aparecer al final, cuando el público ya está arriba de la pelota… pero bueno, la cuestión es que bailé y sudé como caballo corralero por casi 5 horas seguidas, mientras hacía intentos desesperados por esconder cierta parte prominente de mi anatomía que al parecer es de culto (no entiendo, estaba lleno de chiquillas con suscripción a catálogos de Avon, más producidas que la yegua del tony y a los chiquillos dele con tratar de puntearme), hasta que mi rodilla colapsó. Llegué al sector de los asientos a medio morir saltando, pero con el ánimo arriba; después de todo desde “el comienzo de mis mejores años” que no bailaba tanto de corrido. Me tomé una bebida (cuando bailo no tomo trago, ¿para qué?, ¿andar haciendo el loco?...no gracias) y luego de un corto bailoteo en la pista ochentena –en donde tocaron todos mis grandes éxitos, desde Blue Monday de New Order (más conocida como “la canción de la lámpara”) hasta una cancioncilla pegajosa del grupo Kon Kan- nos fuimos.
Conclusión: el mundo ha cambiado mucho y estoy demasiado vieja para cambiar la Blondie por otro antro bailable de moda.
Sometimes it's fated.
(We) Disintegrated it
for fear of growing old.
Sometimes it's fated.
(We) Assassinated it
for fear of growing old.
Can't stop growing old...
Placebo – This picture